martes, 14 de octubre de 2008

LA PALABRA Y EL MARTIRIO


Usa un poco de tiempo en leer estos dos testimonios que se han dado hoy en el Sínodo de la Palabra.

CARDENAL EMMANUEL III DELLY, PATRIARCA DE BABILONIA DE LOS CALDEOS (IRAK). “Soy un hijo de la tierra de Abraham, Irak. (...) Hemos hecho todo lo posible por obtener la paz y la tranquilidad en el país. La situación en algunas partes de Irak es desastrosa y trágica. La vida es un calvario: faltan la paz y la seguridad, así como los elementos básicos cotidianos. Todos temen los secuestros y las intimidaciones. (...) Por no hablar del número cada vez mayor de muertos causados por las bombas y por los kamikazes que llevan cinturones llenos de explosivos. (...) Para nosotros, vivir la Palabra de Dios significa testimoniarla también al precio de la propia vida, como ha sucedido y sucede con el sacrificio de obispos, sacerdotes y fieles. (...) Por eso, os suplico que recéis por nosotros y con nosotros al Señor Jesús, Verbo de Dios, y que compartáis nuestra preocupación, nuestras esperanzas y el dolor de nuestras heridas, para que la Palabra de Dios hecha carne permanezca en su Iglesia y junto a nosotros como buen anuncio y como apoyo. Dieciséis de nuestros sacerdotes y dos obispos han sido secuestrados y liberados tras un rescate muy costoso. Algunos de ellos pertenecen al grupo de los nuevos mártires que hoy interceden por nosotros desde el cielo: el arzobispo de Mosul, Faraj Rahho, el padre Raghid Ganni, otros dos sacerdotes y otras seis jóvenes”.

OBISPO JOSEPH NGUYEN CHI LINH, DE THANH HOA (VIETNAM). “El Evangelio fue proclamado por primera vez en nuestra tierra a inicios del siglo XVI, en el doloroso contexto de una guerra civil entre dos reinos de hermanos enemigos. (...) Inmersos en una historia entretejida de odio, de guerras ideológicas y de limitaciones discriminatorias, nuestros cristianos están cada vez más convencidos de que solo la Palabra de Dios les puede conservar en el amor, en la alegría, en la paz, en la comunión y en la tolerancia. (...) Merece la pena citar un episodio para demostrar que la Palabra de Dios sigue sosteniendo a la Iglesia en Vietnam. Se trata de la conversión en masa de miles de personas pertenecientes a minorías étnicas, poco después de la canonización de los 117 mártires de Vietnam en 1988. Lo más curioso es que muchos hayan admitido haber escuchado la Radio Protestante en Manila, Filipinas, y que se hayan convertido al catolicismo en Vietnam. De esta manera, los protestantes siembran y los católicos recogen. La Palabra de Dios, resonando desde muy lejos y alcanzando sus oídos, se ha convertido en fuente de esperanza para estas personas dispersas entre las montañas, privadas de todo y sin futuro. Para concluir, quisiera subrayar, en cuanto cristiano vietnamita, la convicción de que en las persecuciones nuestra mayor gracia es la fidelidad a la Palabra de Dios”.

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