Artículo del obispo de Sigüenza-Guadalajara publicado en nuestra revista ECCLESIA el 17 de diciembre de 2005 con motivo del cuarenta aniversario del Concilio Vaticano II.
El día de la Inmaculada se cumplieron cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. Es un motivo más que justificado para dar gracias a Dios por lo que el Concilio supuso y sigue suponiendo para los cristianos, para la Iglesia y para el mundo. El Concilio Vaticano II fue calificado como «un nuevo Pentecostés». Supuso, sin duda, un viento recio del Espíritu que alentó e impulsó la vida de los cristianos. Fue una bocanada de aire fresco, que penetró en la Iglesia por las ventanas que abrió el Papa que lo convocó, el beato Juan XXIII. Una gracia especial de Dios, que ayudó a la Iglesia a volver en fidelidad a sus raíces,como es su obligación desde que existe, y a ponerse en condiciones de conocer, comprender y servir adecuadamente a los hombres y mujeres y al mundo de su tiempo, como es también su permanente misión en todo tiempo y lugar. Con razón se puede decir que el Vaticano II fue el mayor regalo de Dios a su Iglesia y el acontecimiento eclesial más relevante en el siglo XX.
El día de la Inmaculada se cumplieron cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. Es un motivo más que justificado para dar gracias a Dios por lo que el Concilio supuso y sigue suponiendo para los cristianos, para la Iglesia y para el mundo. El Concilio Vaticano II fue calificado como «un nuevo Pentecostés». Supuso, sin duda, un viento recio del Espíritu que alentó e impulsó la vida de los cristianos. Fue una bocanada de aire fresco, que penetró en la Iglesia por las ventanas que abrió el Papa que lo convocó, el beato Juan XXIII. Una gracia especial de Dios, que ayudó a la Iglesia a volver en fidelidad a sus raíces,como es su obligación desde que existe, y a ponerse en condiciones de conocer, comprender y servir adecuadamente a los hombres y mujeres y al mundo de su tiempo, como es también su permanente misión en todo tiempo y lugar. Con razón se puede decir que el Vaticano II fue el mayor regalo de Dios a su Iglesia y el acontecimiento eclesial más relevante en el siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario