"el Espíritu Santo, que con el Padre y el Hijo ha creado el universo, ha guiado la historia del pueblo de Israel y ha hablado por los profetas, que en la plenitud de los tiempos ha cooperado con nuestra redención, en Pentecostés ha descendido sobre la Iglesia naciente y la ha hecho misionera, enviándola a anunciar a todos los pueblos la victoria del amor divino sobre el pecado y sobre la muerte”.
Meditando sobre el Espíritu Santo, lo definió cual “alma de la Iglesia”, sin el cual esta “sería un gran movimiento histórico, una compleja y sólida institución social, tal vez una suerte de agencia humanitaria. Y es así como la consideran aquellos que están fuera de una óptica de fe”.
“Sin embargo –prosiguió el Papa- la Iglesia está incesantemente plasmada y guiada por el Espírito de su Señor. Es un cuerpo vivo, cuya vitalidad es justamente fruto del invisible Espíritu Divino”. Noticia completa.
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