El Pontífice defiende que Jesús de Nazaret es un personaje histórico, integrado en un contexto preciso.
En el segundo domingo de Adviento, Benedicto XVI invitó ayer a todos los miembros de la Iglesia a purificarse para así estar preparados para la venida de Jesús. «La Iglesia tiene necesidad continua de purificación, porque el pecado acecha a todos sus miembros», reconoció el Pontífice dirigiéndose desde la ventana de su estudio a los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano para la tradicional oración mariana del Ángelus.
«En la Iglesia tiene lugar siempre una lucha entre el desierto y el jardín, entre el pecado que reseca la tierra y la gracia que la riega para que produzca frutos abundantes de santidad», añadió. Por este motivo, en este tiempo litúrgico, invitó a los bautizados a dejarse «guiar por la Palabra de Dios» para «allanar nuestros caminos», como exhortaba San Juan Bautista en el Evangelio. Precisamente en él, Benedicto XVI explicó cómo San Lucas hace abundantes referencias a todas las autoridades políticas y religiosas de Palestina del año 27 d.C. «para demostrar a quien lee o escucha que el Evangelio no es una leyenda, sino la narración de una historia verdadera y Jesús de Nazaret, un personaje histórico integrado en aquel contexto preciso». Además, San Lucas «traza con gran precisión las coordenadas de espacio tiempo de la predicación» de San Juan Bautista, «que fue el precursor del Mesías», explicó.
«La Palabra de Dios es el sujeto que mueve la historia, inspira a los profetas, prepara el camino del Mesías, convoca a la Iglesia», continuó el Pontífice. «Jesús es la Palabra divina que se hizo carne en el seno virginal de María: en Él, Dios se reveló plenamente, nos ha dicho y dado todo, abriéndonos los tesoros de su verdad y misericordia», concluyó. Benedicto XVI dirigió además un saludo a los peregrinos españoles presentes y pidió que «aprendamos de María a disponernos interiormente para acoger con gozo y grandeza el espíritu de la Navidad».
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