jueves, 25 de julio de 2013

La potente novedad del Papa Francisco

La profunda sencillez de su predicación, su acción pastoral, sus gestos y palabras

“Estando ya mi casa sosegada”, como diría San Juan, a las cuatro de la mañana se escucha en la habitación 201 de la Domus Santa Marta el despertador de Francisco. Levantarse tan temprano implicará una siesta después de almorzar, un descansito que Juan Perón definió «obligación casi litúrgica» que le permitía tener «dos mañanas» cada día.
Las primeras horas del día están reservadas a la oración y a la meditación sobre las Lecturas, que el Papa comenta en las breves homilías de la misa cotidiana en la Capilla del «internado», como le dice a su residencia: un lugar sencillo y moderno, con mármoles claros y vitrales de colores. El obispo de Roma reza allí, sentado en las últimas filas.
Las predicaciones matutinas, improvisadas pero no al azar, son una de las mayores novedades del pontificado. El Papa celebra con la ayuda de cardenales, obispos o sacerdotes de paso; acuden fieles que, normalmente, son empleados del Vaticano acompañados pos sus familias: desde el personal del IOR hasta los basureros vaticanos. Francisco se despide de cada uno de ellos antes de ir a desayunar a la sala común de Santa Marta. Estar con las personas, abrazarlas una por una no es una pérdida de tiempo para Francisco: en Argentina se pasaba noches enteras confesando, sin vestir como cardenal, por lo que no lo reconocían, en ocasión de los grandes peregrinajes marianos a la Virgen de Luján. ARTÍCULO COMPLETO EN PRIMEROS CRISTIANOS.

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