sábado, 16 de agosto de 2014

Conjugar menos el verbo despedir y más el verbo acoger….

Domingo 17 de agosto de 2014. 20º domingo de tiempo ordinario
Is 56,1.6-7: A los extranjeros los traeré a mi monte santo

Salmo responsorial 66: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben
Rom 11,13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel
Mt 15,21-28: Mujer, qué grande es tu fe
El Pueblo ha regresado del destierro y la preocupación es por el nuevo orden por el que debe regirse la comunidad…….que leyes se tendrán presente en el futuro. Para cuantos, ayer y hoy, pertenecer a una religión…..es cuestión de leyes, cumplimientos, ritos……y así como los extranjeros y eunucos, dentro del orden antiguo, no podían pertenecer a la asamblea de Dios…..hoy se sigue discriminando en nuestras comunidades, por las situaciones personales y familiares de los fieles. Está claro, desde la invitación del profeta: guardar el derecho y practicar la justicia…..es el nuevo orden que instaura Jesús, en el que las ceremonias, ritos, serán convenientes, útiles pero nunca indispensables. “Aquí vemos que la ley no es una norma suprema ya que puede ser modificada por la palabra del profeta. Nunca se puede por decreto, establecer quien pertenece a la comunidad cristiana. La adhesión a Jesús es una actitud existencial y no un servicio cultual. Lo importante es tomar a Jesús en serio y tratar de imitarlo, siguiendo sus caminos” (Dabar). Nadie se puede tomar el derecho de decir si alguien es cristiano o no…..Y en el Evangelio vemos como una mujer, no judía, le saca a Jesús, un milagro. Seguro Jesús no esperaba encontrar esa fe, fuera de las fronteras del pueblo judío. Tal vez esa mujer era viuda, madre soltera o abandonada, no sabemos…..pero si la conocemos como “la mujer con una gran fe”. Tenía todo en contra frente a Jesús y los apóstoles: mujer, pagana, extranjera…..y con la hija enferma. Tuvo que luchar además contra los apóstoles, que le pidieron a Jesús que la atendiera, como decirle: despídela que nos está molestando. Y ahí la mujer saco todo lo mejor que tenía, el amor sublime, oblativo de una madre por su hija, por la vida, convencida de que tenía que ser curada. Al igual que a María, podríamos decirle “dichosa tu que has creído”. Ante el dolor, el sufrimiento……no hay fronteras ni diferencias para vivir la fe………es una actitud frente a la vida, que nos abre a la trascendencia, para tomarnos a Dios, a Jesús en serio, como decía antes y seguirle desde el amor que todo lo puede, lo llena, lo vivifica y transforma. Que el Señor nos dé el perfil de fe de la mujer cananea: “recio, capaz de romper esquemas y reticencias. La fe de esta mujer sorprendió al propio Jesús…..Una fe así alienta, estimula, anima. El discípulo de Jesús tiene que conjugar menos el verbo despedir y más el verbo acoger….y acoger supone cambios en quien acoge, necesarios en el mundo actual (Dabar). Fr. Che José Miguel. 
Grupo Siembra - Centinela de Esperanza
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