Así se titula, Jesucristo falta a clase , el último libro de José Luis Corzo , escolapio, profesor en el Instituto Superior de Pastoral (Madrid) y gran conocedor e impulsor de la "Teología de la educación", que como Teología pastoral, no pretende investigar en el depósito de la Tradición cristiana --ni siquiera en la Escritura-- los ideales y proyectos de la revelación divina sobre la familia, la sociedad, el trabajo, la educación, la escuela, etc., para luego realizarlos en la vida. "Más bien procede a la inversa", subraya Corzo: "Desde la realidad actual concreta busca comprender el soplo del Espíritu, el aliento divino que tampoco hoy cesa de animar la salvación del género humano". Es decir, la Teología pastoral (y con ella la Teología de la educación) se hace; no se da ni se aprende una vez hecha. No hay piloto automático en ninguna tarea de la Iglesia, y menos entre los ámbitos más seculares, como el de la educación. En la lectura de este libro, resulta apasionante su presentación, en la que se explica el titulo, ciertamente atrayente y con garra. Cuando decimos que Jesucristo falta a clase queremos decir tres cosas: la primera, que debe ser un personaje de la escuela española y no lo es. "Que al menos Cristo, aquel hombre tenido por muchos como el Mesías, sea tan conocido como lo son Homero, Platón, Mahoma, Cervantes, Cristóbal Colón...". La segunda cosa es que resulta inaceptable que en el año 2000 haya todavía más de 113 millones de niños sin acceso a la enseñanza primaria y 880 millones de adultos analfabetos. (Foro Mundial sobre la Educación, Dakar, Senegal, 26-28 de abril de 2000). Y lo tercero que quiere decir este libro es que muchas religiosas y religiosos, ¡y laicos! --mediante sus escuelas católicas--, han llevado a Jesucristo y su Evangelio por el mundo. Pero seguirle no es fácil, y Jesucristo mismo advirtió de la dificultad de distinguirle en los ignorantes, hambrientos, sedientos, pobres, encarcelados, inmigrantes. "Así que le ponemos falta donde no hay escuela o no es de las nuestras", y sin embargo, puede que El asista puntualmente a donde están sus hermanos más humildes y hasta puede que se aleje de nuestras clases: "percibir esa otra presencia suya, --no institucional, gratuita, llena de gracia--, nos es muy urgente".
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