La oferta y la presencia normal de la ERE ―Enseñanza Religiosa Escolar― en la escuela no debería ser una cuestión ideológica, sino un derecho fundamental de los padres, de cara a la educación integral de sus hijos, puesto que los valores espirituales forman parte esencial del desarrollo de la persona, como reconoce el artículo 27.3 de nuestra Constitución.
Algunas críticas interesadas a la asignatura de Religión han sido formuladas diciendo que la escuela no es el lugar de la catequesis, y que la religión no puede ser una disciplina académica. Cierto: clase de Religión y catequesis no se deben confundir. El ámbito propio de la catequesis como vivencia de la fe es la comunidad parroquial y la familia. Pero la clase de Religión tiene una finalidad específicamente cultural y, ya que es una exposición científica y razonada del fenómeno religioso en general y del cristianismo en particular, tiene su lugar en el ámbito escolar como una asignatura a elegir sin penalización.
La ERE se oferta desde la libertad, y todo el mundo tiene acceso sin trabas. Nuestra realidad actual, con pocos ideales referentes de los jóvenes, nos invita a valorar la religión en la escuela como una oportunidad.
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