El Pontífice denuncia que las heridas dejadas por el comunismo han propiciado una crisis de valores en el país.
PRAGA-El Papa Benedicto XVI comenzó ayer su primer viaje apostólico a la República Checa con la intención de llevar un mensaje de esperanza a un país cuyo porcentaje de católicos no llega al 30% de la población y que, en palabras del Pontífice, «sufrió muchísimo durante la dictadura comunista». A su llegada a Praga, el Papa fue recibido por el presidente de la República, Václav Klaus, por el cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga, y por el arzobispo Jan Graubner, presidente de la Conferencia Episcopal.
En el discurso que dirigió ante el presidente de la República, el Gobierno y el Cuerpo Diplomático, el Santo Padre defendió firmemente las raíces cristianas de Europa, «sin las que no se entiende el continente». «La belleza de sus plazas, iglesias, puentes, etc. expresan la fe. Sería trágico si se admirasen esas bellezas ignorando el misterio trascendente que indican», precisó. Dentro de Europa, el Pontífice recalcó el origen cristiano de la tierra checa, «punto de encuentro de pueblos, tradiciones y culturas diversas». ARTÍCULO EN LA RAZÓN.
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